¿Cómo ser una persona de mañanas?

¿Cómo ser una persona de mañanas? Sigue estos pasos ¡y empieza a provechar el día!

En un mundo ideal, todas apagaríamos la tele a las 23 30 de la noche, no haríamos caso a esa vocecilla en nuestra cabeza que nos dice “venga, un episodio más”, nos iríamos a la cama y, sin mirar el móvil, apagaríamos la luz y nos dormiríamos. Si siguiéramos esta rutina cada noche, al día siguiente todo sería maravillo. Pero claro, esto es solo una utopía. La realidad es que acostarse temprano cuesta mucho, y madrugar ya ni te digo. ¿Tú también odias a los que te cuentan que han salido a correr antes de ir a la oficina? ¿A los que aprovechan los domingos porque les gusta madrugar por gusto? Antes de emprender una cruzada contra ellos, aprendamos un poco de sus costumbres. Tú también puedes ser una persona de mañana y empezar a aprovechar bien tus días. Solo necesitas seguir estos consejos.

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Duerme más. Seguro que estás deseando dormir más pero, como comprenderás, el secreto para dormir más no es llegar media hora al trabajo cada día, es irte a la cama antes. Sentimos decirte esto pero, si quieres empezar a sufrir menos por la mañana y ser más productiva, tendrás que ponerte un horario para irte a dormir y cumplirlo cada día sin excepción. Después de varios días durmiendo entre 7 y 9 horas, empezarás a ver las mañanas con otros ojos. Empezarás a descubrir que el sonido del despertador no es tan doloroso y que, si un día se te olvida el antiojeras, tampoco resulta tan dramático. ¡Tú puedes!.

Fuera móvil y ordenador del dormitorio. Mirar la tablet, el móvil o el ordenador en la cama hasta justo antes de dormirnos no solo nos hace perder tiempo sin darnos cuenta (al final te acabas durmiendo una hora más tarde sin saber por qué ni cómo), si no que hace que nuestro cerebro se mantenga activo. Esto impide que nos relajemos y nos crea problemas a la hora de conciliar el sueño. Cada vez son más los expertos que recomiendan sacar todas las pantallas de nuestro dormitorio para tener un sueño más reparador y evitar el insomnio.

Haz caso a tu cuerpo cuando esté cansado. Después de un día muy duro en el que has ido a trabajar durante ocho horas, después has recogido a tus hijos del colegio, luego has ido de compras y por último has sacado un rato para hacer ejercicio, lo más probable es que tu cuerpo no pueda más. Y seguramente no pueda más a las 10 de la noche, no a las 2 de la mañana. No lo hagas sufrir y haz caso a tus señales. Irse a la cama en el momento justo en el que tu cuerpo empieza a mostrar síntomas de cansancio hará que duermas mucho mejor.

Ten una rutina. Poco a poco irás encontrando la hora perfecta para dejar descansar a tu cuerpo y tu cerebro (no los hagas sufrir, se lo merecen). Si esta hora es las 11 de la noche, estable ese horario como “hora de irse a dormir”. Tener una rutina y acostarte cada día a la misma hora hará que tu cerebro empiece a desconectar sobre esa hora y que te sea más fácil quedarte dormida.

Cuida tu habitación. Preocúpate de tener un dormitorio ordenado y una cama en la que te apetezca dormir. Un cuarto limpio, ordenado, oscuro y sin demasiados muebles y objetos facilita el sueño. Tu mente lo tendrá más fácil para relajarse y dormir si estás en el ambiente apropiado. También es recomendable utilizar la habitación exclusivamente para dormir, si tumbarte en la cama con tu portátil y sin utilizar tu habitación como despacho en las horas previas a irte a la cama. Es importante que tu cerebro relacione la hora y el lugar con el sueño.

No pospongas la alarma. Ahora vamos a pedirte una de las cosas más duras que te han pedido nunca: deja de posponer tu despertador diez minutos más. Si quieres ser una persona de mañanas y madrugar sin estar de mal humor, empieza a levantarte cuando suene tu primera alarma. Si la pospones mucho te acabarás levantando demasiado tarde y tendrás que hacerlo todo con prisa, lo que te hará, un día más, odiar las mañanas y tu rutina.

Haz un poco de ejercicio. Esta bien, lo anterior no era lo más duro que te hayan pedido nunca, puede que esto sea aún peor. Pero créeme, con solo 30 minutos de ejercicio cada mañana tu cuerpo se activará durante todo el día. Esto te dará energía y te hará sentir mejor y más positiva. Los primeros días te costará esfuerzo, pero estoy segura de que te acabará gustando. En solo unas semanas, te habrás convertido en una de esas personas que llegan felices a la oficina y que tanto odiabas hace poco.

¿Dispuesta a convertirte en una persona de mañanas y a disfrutar del día? La primera semana no será fácil, ¡pero merece la pena!