MANSPREADING ¿Comodidad o acto de poder?

En los últimos días ha saltado a la actualidad el llamado conflicto del llamado manspreading o en su versión más española “despatarre masculino” A través del hashtag #MadirdSinManspreading se ha lanzado una campaña para concienciar a los usuarios (masculinos) del metro de Madrid de lo inapropiado de ir sentados como si fuesen los dueños y únicos viajeros de es medio de transporte. La campaña se está repitiendo por ciudades de todo el mundo y anima a compartir imagenes de mujeres con las piernas cerradas e incómodas ante la invasión del espacio por parte de los hombres.

Quizá a simple vista pueda parecer una lucha poco importante dada la situación que vive la mujer en nuestra sociedad. Pero si rascamos un poco, nos daremos cuenta que el gesto de ir “espatarrados” en el asiento del metro no es más que la sensación de superioridad que sienten los hombres con respecto a las mujeres. Y no es del todo culpa suya, se nos ha educado así.

¿Cuántas veces te han dicho que las señoritas de bien se sientan con las piernas cruzadas? “Cruza las piernas, habla bajito, pasa desapercivida, ¡no molestes!” No molestes a tu compañero de asiento que va con sus piernas bien abiertas, no sea cosa que se le calientes los... ejem. Leíamos a una compañera que decía que, pese a tener el pecho grande, ella no iba por la calle con los brazos en jarras. No, porque es mujer y le han enseñado que no se tiene que hacer notar.

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Esta claro que el manspreading es reflejo de la sociedad patriarcal en la que vivimos, un pequeño gesto que encierra uno de los problemas más grandes de nuestra era. La mitad de la población mundial no puede vivir sintiendo que el espacio público es menos suyo que el de la otra mitad, ¿verdad que no?

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