El síndrome de la vibración fantasma
Con el final de las vacaciones y la vuelta al estrés aparecen más síndromes en nuestras vidas que setas en otoño. Depresión postvacacional, la enfermedad del ojo seco, problemas matrimoniales... Por si volver de vacaciones no fuese suficiente angustia, nuestro ritmo de vida acelerado hace que debamos preocuparnos también por estas otras molestias.
El síndrome de la vibración fantasma es una de las más sufridas, aunque también la menos preocupante. Digamos que es solo un pequeño engorro que nos hace preguntarnos muchas veces si al guardar el biquini en el armario dejamos junto a él nuestra cordura. Pero nada más lejos de la realidad, según un estudio, este síndrome es un síntoma inequívoco de que nuestro cerebro funciona correctamente.
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Pongámonos en situación: estamos sentadas en nuestra mesa de despacho, tomando un café con un amiga o en el coche yendo a buscar a nuestros niños al colegio y de pronto sentimos clarísimamente que nuestro teléfono está vibrando pero al mirar la pantalla no hay nada, ¿nos lo hemos imaginado? Sí y no.
Según “la teoría de la recepción de señal” cuando se produce una vibración nuestro cerebro puede reaccionar de cuatro maneras: la vibración se produce y nuestro cerebro la recibe, la vibración se produce pero nuestro cerebro no la procesa, no hay vibración y el cerebro no detecta nada o no hay vibración pero nuestro cerebro cree que sí. Cuando sucede esto último es cuando tenemos ese síndrome.
Pero no hay nada de lo que preocuparse, lo que esto significa es que nuestro cerebro está especialmente alerta y despierto, seguramente para salir del letargo que vivió en la costa vacacional. Así que si sientes que algo vibra cerca de ti, piensa que no pasa nada por que no lo atiendas, puede que sí sea una llamada, pero tú y tu cerebro os merecéis un descanso de vez en cuando.
