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Citas y salud mental

Las citas pueden ser lo pu*to peor. Los altos, los bajos, el trabajo a tiempo completo de las aplicaciones de citas, la ansiedad, los golpes, las mariposas, el estrés. La preocupación consumada... "¿Debo pedir una segunda copa? ¿Me juzgará? ¿Tengo comida en los dientes? Maldita sea, esa tarta de queso oreo tiene buena pinta..."

Hace poco hablaba con una amiga, lamentando la experiencia compartida que tenemos la mayoría de nosotros de navegar por las curvas y los lazos de la vida de las citas, cuando se me ocurrió algo: en un momento en el que hay tanta desunión, tantas cosas de las que hablamos y por las que nos peleamos, la ansiedad que todos metemos en nuestros vaqueros pitillo rotos para una primera cita es una de las cosas con las que todos podemos relacionarnos. ¿Quizás los problemas de las citas son en realidad un gran ecualizador?

Pienso en las experiencias compartidas que nos hacen humanos todo el tiempo. Está en mi ADN. Vivo con un trastorno bipolar 1 y un TEPT. La vida desde mi diagnóstico me ha obligado a centrarme en los puntos intermedios, en las cosas que me parecían "normales" cuando me preocupaba que nada volviera a ser "normal". ¿Y cómo podría construir una vida, por no hablar de salir y tener una relación romántica? Es aislante y da miedo. Me ha llevado mucho tiempo, mucha terapia, horas al teléfono con buenos amigos lo suficientemente amables como para escuchar, una farmacia de pastillas y años de cambiar mi ropa deportiva favorita por batas de hospital para descubrir algunas verdades esenciales...

Que todas las personas tienen o experimentarán algún tipo de problema de salud mental en su vida.

Que la vida no es lineal, y que todos nos lastimamos, amamos y perdemos y luchamos y prosperamos.

Que contar historias es la herramienta más importante que tenemos para combatir el estigma, aprender, crecer y conectarnos.

Y (y esto es importante), que cuando nos comprometemos a amarnos a nosotros mismos en cualquier forma que podamos, durante la mayor parte de la vida, nuestras vulnerabilidades pueden y a menudo se convierten en nuestras fortalezas.

Vivir con una condición de salud mental no es el tipo de información biológica que quieres en tu perfil de Raya, Bumble o Hinge. Por supuesto, no todo el mundo decide ser tan público como yo sobre su salud mental, pero aún así, hay una gran capa de ansiedad y estrés añadido que viene con cualquier persona que sale entre episodios maníacos. La comunicación en cualquier relación es difícil. Llegar a conocer a alguien, volverse vulnerable con él, es mucho más real y difícil para personas como yo. Pero lo que ayuda es seguir recordando que no estamos solos. Y que hay mucho poder en ser dueño de ello, en ser nuestro auténtico yo. No siempre funciona mejor: a menudo acabo desempeñando el papel de "terapeuta" en las relaciones o me meten en el cajón de los "ligues de una noche". Pero al menos soy honesta y real (los filtros de Instagram siguen estando bien... duh).

Así que, señoras y señores, pongámonos cómodos en lo incómodo. Quítense los vaqueros ajustados, pidan la tarta de queso oreo. Y cuando sea difícil, llamen a un amigo. Griten su historia en voz alta. Vive tu verdad. Puede que sea tu superpoder.

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