Ya he roto mi propósito de año nuevo... ¿Y ahora qué?
El primer día del año llega demasiado rápido después del caos navideño y, si somos sinceros, la mayoría de nosotros pasamos el primer día con resaca. El bombo y platillo de poner inmediatamente en práctica todos nuestros propósitos nos aboca al fracaso y fomenta un perfeccionismo cibernético. Aceptemos que somos humanos y resolvamos disolver los propósitos.
Hemos hablado con algunos expertos para que nos den su opinión al respecto, para que esto no sea un pase libre de un facilitador a otro. Erica Spiegelman, autora, especialista en adicción y bienestar, y oradora motivacional, dice de entrada que deberíamos considerar los propósitos como intenciones.
"Creo en cambiar el lenguaje en torno a esto. Es muy importante, porque las intenciones son más flexibles y tienen un poder de manifestación. Las intenciones son positivas, empáticas y tienen un enfoque positivo".
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¿Su consejo? "Elige tu palabra para el año: selecciona una palabra que pueda llevarte e inspirarte a lo largo del nuevo año. Elige actividades que apoyen tu intención y tu palabra. Mi palabra de este año es "equilibrio". Seré consciente de esta palabra que he elegido para mí y la manifestaré a través de mis elecciones y mi cuidado personal. Es una forma muy poderosa de crear una intención.
No podemos estar mentalmente preparados para hacer cambios porque una fecha en el calendario diga que es el día para empezar. Tenemos que entrar en nosotros mismos después del año nuevo en algún momento y escribir los objetivos que queremos que ocurran: crear más equilibrio, encuentros menos estresantes con la familia o los amigos, más ejercicio físico, menos tiempo en nuestros teléfonos, etc., y luego visitar estos objetivos a diario y se mantendrán en el frente de nuestra mente".
Vienna Pharaon, terapeuta matrimonial y familiar, se hace eco de esta idea: "Los propósitos tienen muy poco espacio para la gracia. En el momento en que das un paso en falso, es fácil que tu crítico interior se active y te diga que eres un fracaso, que eres patético y que tus objetivos son inútiles. Eso hace que tu año se despoje de tu confianza y de tu deseo de cambio o de expansión.
La fijación de intenciones ofrece esta gracia. Sugiere una dirección hacia la que te gustaría avanzar, en lugar de una que es necesaria para tener éxito o sentirte bien contigo mismo. No tienes que hacer grandes cambios y luego encontrar la manera de mantenerlos, sino que haces cambios graduales que se permiten fluir hacia la meta.
Es conveniente que te prepares para el éxito teniendo claro a qué quieres dedicar tu atención. Esto es algo que puedes conseguir. No requiere un destino específico, sino un compromiso de atención y conciencia".
Viena sugiere incluso cambiar esa idea de una palabra para el año, a una palabra para la temporada. Nos da la oportunidad de movernos y crecer con nuestras intenciones a medida que la vida cambia y se desplaza, y nos quita la presión de la novedad del 1 de enero, ya que tenemos cuatro de ellas a lo largo del año.
La asesora de salud emocional, Roxie Nafousi, tampoco es partidaria del bombo de la presión. Cuando se trata del término "resolución", cree que nos hace sentir instantáneamente bajo presión, y si no nos atenemos a ellos durante un día, acabamos pulsando el "botón de joder" porque nos decimos que de alguna manera hemos fracasado.
"Los propósitos pueden sentirse a menudo como un autocastigo: 'Me he excedido en Navidad, así que este año debo privarme del azúcar'. En cambio, los propósitos provienen de un lugar de amor propio: 'Me he excedido en las Navidades, así que ahora voy a intentar nutrir mi cuerpo con alimentos nutritivos la mayor parte del tiempo'. Podemos utilizar ese amor propio para aliviar las presiones que nos imponemos y permitirnos ser humanos; eso significa que no todos los días son iguales. Algunos días nos sentiremos inspirados para alcanzar nuestros objetivos, y otros días puede que necesitemos sentarnos en el sofá todo el día y darnos un atracón de nuestra serie favorita y de brownies de chocolate."
