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El papel de la madre, siempre cambiante

"Todo el mundo es un escenario" Y todos los hombres y mujeres son meros actores; Tienen sus salidas y sus entradas; -Y un hombre en su tiempo representa muchos papeles". (Shakespeare, As You Like It, Acto II, Escena VII)

Tuve que memorizar ese soliloquio en 9º curso, pero nunca supe lo relevante que sería con el paso de los años. No importa cuántos sombreros llevemos en cada etapa de la vida; hija, nieta, hermana, amiga, esposa, profesora, empresaria.... durante casi la mitad de mi vida, más de 3 décadas, la maternidad ha dominado todos los papeles del programa. Así que uno pensaría que las madres deberíamos tener mucha práctica y saber qué esperar. No, todavía estamos aprendiendo.

La maternidad tiene sus propias etapas: la infancia, el desarrollo temprano, el crecimiento y la independencia y, definitivamente, la etapa de madurez, también conocida como la etapa más sabia. Cada una de estas etapas nos pide algo nuevo, a medida que nuestros hijos crecen, y generalmente algo para lo que no estamos preparados. Nos pide que cambiemos cuando quizá no estemos preparados. Es un papel intrínsecamente contradictorio porque la maternidad nos pide que nos apoyemos y nos dejemos llevar al mismo tiempo. Es un papel que viene con una directiva de mensaje mixto. Dejar ir en medio de una profunda conexión. ¿Acaso no es obvio? ¿No era obvio con el primer corte del cordón umbilical?

No he conocido a ninguna madre que no haya lidiado con el tijeretazo, la sensación de pérdida de nido vacío, es una cosa.... Una cosa desgarradora para muchos. Normalmente describimos el nido vacío como el momento en que nuestros hijos se van a la universidad. Pero hay mucho más que eso. Snip... los hijos se mudan lejos por trabajo. Snip... los hijos se casan y/o construyen su vida independiente Por supuesto que nos alegramos por ellos, pero los echamos de menos.

Durante las dos primeras décadas de la maternidad, nuestros días están llenos de dedicación plena a dar y ayudar a nuestros hijos. Pero, luego debemos parar. Los niños crecen y ya no se nos necesita tanto, aunque todavía queramos hacerlo. Tenemos que dar un paso atrás y esperar, y sólo ofrecernos a ayudar cuando nos lo pidan.

La maternidad exige, en cada etapa, cuando estamos más apegadas, estar dispuestas a desprendernos. Es un papel que nos exige soltar. Soltar para que nuestros hijos puedan florecer, soltar para que puedan encontrar su camino. Soltar para que puedan construir su propia vida.

Pero a pesar de todo lo que hemos soltado, seguimos estando conectados para siempre. Y esa es la alegría que nunca se puede quitar. Una vez que se es madre, siempre se es madre. La maternidad es dinámica y siempre cambiante. Es perfectamente imperfecta y no hay nada mejor.

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