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Guía sexológica sobre el sexo de calidad

Imagínatelo: estás en la cama con tu pareja sexual y, de repente, aparece la temida ansiedad de rendimiento.

¿Has estado allí?

Bueno, como terapeuta sexual, déjame decirte que es más común de lo que piensas. La gente se obsesiona tanto con intentar perfeccionar el sexo que se olvida de que se trata más de sentirlo y conectar con tu pareja sexual que de marcar una lista de "deberes".

Esto es lo que no importa tanto como crees.

Vamos a desmentir un gran mito. ¿Alguna vez te has estresado por alcanzar un orgasmo, estar lo suficientemente mojada o tener relaciones sexuales con penetración (aunque no quieras)? Estos son algunos de los signos clásicos de la ansiedad de rendimiento.

Desgraciadamente, cuando pones toda tu energía en estos objetivos de rendimiento, puede salirte el tiro por la culata. En lugar de fuegos artificiales, probablemente acabes aún más lejos de tus objetivos.

¿Por qué?

Porque cuando estás ansioso por alcanzar esos objetivos, tu cuerpo y tu mente entran en una respuesta de estrés, activando tu sistema nervioso simpático y desactivando tu funcionamiento sexual.

Así, el estrés de cumplir (o no cumplir) tu objetivo acaba matando tus posibilidades de llegar a ese mismo objetivo. Irónico, ¿verdad? Por no decir frustrante.

La respuesta es sencilla: no podemos abordar el sexo como abordamos nuestro trabajo. Esforzarse más no le acercará a la meta. El buen sexo funciona de un modo muy diferente. Relajarse es la clave.

Esto es lo que realmente importa en el buen sexo.

Ahora, las buenas noticias. Una investigación dirigida por la Dra. Peggy Kleinplatz ha descubierto qué es lo que hace que el sexo sea realmente bueno. Y, sin sorpresas, no se trata de las estadísticas de rendimiento.

Estas cualidades clave marcan la diferencia:

  1. Estar presente, concentrado y en sintonía: participar plenamente en el momento y estar en sintonía con el cuerpo y la pareja.
  2. Conectar y estar en sintonía con la pareja: establecer un ritmo y una conexión emocional mutuos.
  3. Compartir una profunda intimidad sexual y erótica: tener un profundo nivel de intimidad que va más allá del acto físico.
  4. Gran comunicación y alto nivel de empatía - Comunicación abierta y honesta y comprensión de los sentimientos y necesidades de tu pareja.
  5. Autenticidad, transparencia y desinhibición - Ser genuino y desinhibido, mostrar tu verdadero yo.
  6. Trascendencia, felicidad, paz y curación: crear una experiencia transformadora.
  7. Exploración, asumir riesgos y divertirse - Abrazar la novedad y la aventura en tus actividades sexuales.
  8. Vulnerabilidad y entrega - Dejar ir el miedo y permitirse ser vulnerable y entregarse a la experiencia.
He aquí por qué erramos el tiro.

A menudo se debe a las películas, los medios de comunicación o el porno, que transmiten la idea de que el sexo siempre va sobre ruedas.

Por eso, cuando aparece la ansiedad, intentamos seguir adelante y actuar como si no pasara nada. Por desgracia, esto suele acabar en decepción.

¿Y si, en lugar de seguir adelante, te centraras en lo que realmente sientes? Esto podría implicar ir más despacio, comunicar tus sentimientos de agobio o pasar a actividades menos intensas, como besarse.

Sí, ser real y vulnerable puede conducir a un mejor sexo que pretender ser un amante impecable. El buen sexo no consiste en alcanzar una meta mítica. Se trata de estar presente, conectar y dejar de lado la presión por el rendimiento. Así que, la próxima vez que te sientas estresado durante el sexo, recuerda que lo importante es el viaje, no el destino.

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