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No olvides a tu niño interior; lecciones de amor propio y apoyo

Cuando eres cruel contigo mismo, eres cruel con ella o con él... (cue montaje de tus fotos más adorables de la infancia). Tanto si te parece cursi esta tendencia de Internet que pretende fomentar el amor propio como si te hace llorar, hay algo de verdad en ella. Somos las personas que aparecen en esas fotos, sólo que con un poco más de sabiduría, experiencia y quizás algunas líneas de expresión. Deja de hablar de ti mismo, ¡sólo eres un niño! ... ahí dentro.

¿Qué es tu niño interior? Nuestro niño interior es esencialmente nuestra esencia. Nuestra forma de ser está arraigada en nosotros desde muy jóvenes, aunque no sea fácil verlo así. Crecemos, tenemos relaciones y la gente nos inspira e influye para que nos gusten ciertas cosas, nos comportemos de ciertas maneras y logremos diferentes objetivos, pero nuestro niño interior ha determinado nuestra disposición general desde el principio, y eso no es exactamente algo que superemos.

Todos tenemos un niño interior. Por muy maduros, experimentados o viejos que nos sintamos, no podemos borrar nuestro pasado: es una parte de nosotros y una base vital. Sigue formando parte de nuestro subconsciente, captando señales y mensajes sociales de la forma en que nos hablamos a nosotros mismos, de la forma en que los demás nos hablan y de la forma en que nos hablamos entre nosotros.

Incluso antes de que fuéramos conscientes de ello, nuestro yo infantil ha estado almacenando esta información: emociones, recuerdos, sistemas de creencias, experiencias espirituales y sueños para el futuro. Cuando nos tomamos el tiempo de pensar en nuestro niño interior y dejamos espacio para que este núcleo inocente que llevamos dentro sea considerado y amado, es mucho menos probable que nos menospreciemos o pensemos en nosotros mismos de forma negativa.

Hablamos a los niños de una manera que destaca la gratitud y la positividad. Les decimos que son inteligentes, divertidos, geniales, interesantes y hermosos para que se lo crean, ganen confianza y crezcan en esas cosas. Es como si estuviéramos inculcando el trabajo de manifestación dentro de ellos. Eso no nos abandona cuando envejecemos, y por eso las afirmaciones son tan eficaces. Debemos seguir hablándonos a nosotros mismos de la forma en que deseamos cultivar lo que somos. El crecimiento es un viaje, no un destino duro y rápido.

Tu niño interior se aferra a las cosas iniciales que te dieron alegría y te hicieron experimentar el amor, el autodescubrimiento, la angustia, el miedo, la duda, la confianza, etc... Estas experiencias son tan esenciales para lo que somos a una edad tan maleable, pero no tenemos que dejar de ser maleables. Las cosas que mantienen nuestros cerebros y corazones flexibles son el amor y la gratitud. Así que, antes de que te pongas en evidencia, piensa en ese niño interior. El que vino antes y el que sigue creciendo y cambiando. Piensa en cómo quieres ser, y guíate hacia allí con amor.

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