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Cómo no tomarse las cosas a pecho

Como nos han enseñado sabias chicas con minúsculas como Olivia Rodrigo y Taylor Swift, no hay que avergonzarse de tener sentimientos. Es sano y alentador. Pero lo que no es una buena onda es tomarse las palabras y acciones de los demás como algo personal o utilizarlas como prueba de defectos propios.

Aún puedes enfadarte si no te dan el ascenso que te mereces o si descubres que tu mejor amigo ha dicho algo a tus espaldas. Pero hacerlo todo el tiempo estropea tu rizz.

María G. Sosa, terapeuta matrimonial y familiar licenciada, dice que tomarse las cosas como algo personal se convierte en una preocupación cuando "empezamos a notar que con frecuencia nos obsesionamos, rumiamos o catastrofizamos las interacciones."

Subraya que ser consciente de uno mismo y asumir la responsabilidad de nuestras acciones son rasgos positivos, pero "pensar siempre que algo es culpa nuestra o que hemos hecho algo mal, ese es el punto en el que se convierte en una distorsión cognitiva".

Según María, puede dañar la autoestima y también deteriorar nuestra salud mental en general. "Podemos empezar a creer que hay algo categóricamente erróneo en lo que somos. Puede resultar difícil diferenciar entre un comportamiento (he cometido un error) y un defecto personal (soy un error). Es una pendiente resbaladiza que puede llevarnos a pensar que no valemos nada."

María comparte cuatro consejos prácticos para volver a ser dueño de su dominio.

1. 1. Ser objetivo.

Por algo existe el dicho "somos nuestro peor crítico", y María quiere recordar a la gente que no escuche esa vocecita en su cabeza y dé un paso atrás para evaluar. "Mira la secuencia de los acontecimientos desde una perspectiva de observación", dice. "Aléjate de la narración y observa lo que ha ocurrido: sólo los hechos, no la interpretación".

2. Desafía la historia que te estás contando a ti mismo.

Pensar algo no significa que sea cierto. "Observa las suposiciones que estás haciendo y pregúntate si son racionales o irracionales", aconseja Sosa. También sugiere cuestionar la narrativa sobre cómo se relaciona contigo o cómo tienes la culpa en lugar de aceptar ciegamente tu historia original.

3. Busque otras explicaciones posibles.

Sí, nuestra fabulosidad es incomparable. Pero es importante reconocer cuándo podemos ser tan vanidosos que pensamos que cada canción (o acción) tiene que ver con nosotros. Sosa sugiere buscar otros desencadenantes antes de señalarnos a nosotros mismos. "¿Es posible que la otra persona tuviera un mal día?", pregunta. "Busca otros escenarios que puedan explicar la situación en lugar de centrarte en ti mismo".

4. Date gracia y compasión.

A veces, es cierto que soy yo. Pero cuando ese es el caso, no hay razón para entrar en espiral o, peor aún, jugar al juego de la culpa. "Aunque hayas hecho algo mal, eres un ser humano. No pasa nada por cometer errores", dice Sosa. En lugar de centrarte en el problema que has causado, busca una solución. "Busca formas de repararlo en lugar de quedarte atascado en la vergüenza".

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