¿Está el trauma atrapado en su cuerpo?
Los síntomas físicos pueden hacer que corra a ver a un profesional de la medicina moderna, como su médico de atención primaria (PCP) o un especialista. No estoy abogando en contra de eso, pero lamentablemente muchos pacientes se sienten frustrados cuando no reciben un diagnóstico de por qué están sufriendo con problemas de salud.
Cuando la medicina moderna no puede descifrar lo que ocurre en su cuerpo, las emociones podrían ser la causa fundamental de sus problemas. Aunque no siempre es obvio, los traumas y las situaciones emocionales difíciles pueden contribuir a los síntomas físicos más de lo que crees.
Las investigaciones sugieren que casi el 83% de las personas en Estados Unidos sufren traumas, y al menos el 6% desarrolla los síntomas graves del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sin embargo, no es necesario haber sufrido un trauma grave o padecer un TEPT en toda regla para que el cuerpo exprese de forma física situaciones dolorosas o estresantes.
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No sólo experimentas y memorizas la vida mediante el pensamiento o la emoción. La experimentamos y recordamos a través de sensaciones físicas, olores, oídos e imágenes visuales. El cuerpo produce cortisol cuando está estresado y neurotransmisores del bienestar como la serotonina, la dopamina y las endorfinas cuando estamos contentos.
Estas sustancias químicas producen reacciones físicas y emocionales, por lo que es lógico que los acontecimientos queden registrados y almacenados en la memoria física, emocional e intelectual.
¿Cómo pueden afectar los traumas a su estado físico?
Hay muchos factores que pueden influir en los tipos y la gravedad de las reacciones al trauma y al estrés. Entre ellos están la edad a la que ocurrieron los hechos, la intensidad y duración, la frecuencia (una o varias veces), las habilidades de afrontamiento aprendidas, afecciones coexistentes como enfermedades físicas o mentales, la disponibilidad de un sistema de apoyo y terapia, la reacción de la familia y otras personas cuando se comparte la experiencia, y si la experiencia se ha compartido o no... etc.
Podemos almacenar traumas en el cuerpo de formas tanto sutiles como extremas. Piensa en la tensión muscular, como las caderas o el suelo pélvico muy tensos. Pero también puede manifestarse en forma de tendencias adictivas, trastornos alimentarios, problemas intestinales, dolores de cabeza, cambios en el ritmo cardíaco o la presión arterial, afecciones o sensibilidad cutáneas, insomnio o sueño excesivo, libido baja... y la lista continúa.
¿La buena noticia? Podemos curarnos de esto.
Intenta preguntarte qué estaba ocurriendo en tu vida cuando empezaron los síntomas. Mantén la mente abierta. Incluso los acontecimientos que no parecían estresantes en ese momento pueden crear síntomas más adelante. Aprender a conectar con tu intuición y tu cuerpo para ganar confianza, amor propio y orientación es crucial para la curación.
